Durante seis años, el ex ministro de la Concertación Sergio Bitar vivió en Venezuela. Tras haber estado detenido en la Isla Dawson partió rumbo a Estados Unidos, y en 1976 se trasladó con su esposa y tres hijos hasta Caracas. Por esos días instaló una fábrica junto a su hermano, quien nunca más regresó a Chile. Pero hace tres meses, una sobrina de Bitar optó por dejar atrás la crisis humanitaria de Venezuela y volvió al país.
El ex secretario de Estado describe como «doloroso» lo que ocurre en la nación que lo acogió hace unas décadas. Además, recuerda con nostalgia la época en que fue testigo de la prosperidad que existía en esos años. Señala: «Era la democracia más fuerte de América Latina y la economía más potente de la región». Pero hoy la situación cambió y afirma que «ver la destrucción sistemática es una cuestión que sacude muy profundamente, más la destrucción social y económica, es la dignidad de la gente».
Por eso, uno de los fundadores del PPD, mira con atención el proceso que está enfrentando Venezuela. El pasado 3 de febrero, Bitar publicó una carta en El Mercurio titulada «Venezuela: ¿Qué salida?» y el domingo mantuvo su voz activa en La Tercera con «Chile y Venezuela». En conversación con El Líbero profundiza su visión de la crisis del país bajo el régimen de Nicolás Maduro.
-La OEA ha sido un actor activo con respecto a Venezuela, ¿cuál debiera ser el rol de los organismos internacionales como por ejemplo las Naciones Unidas?
-Las Naciones Unidas toman sus decisiones a través del Consejo de Seguridad y ahí existen posturas distintas respecto de los países. En este caso particular, China y Rusia tienen una posición distinta a la de Estados Unidos, Francia e Inglaterra, de manera que son decisiones que toman las Naciones Unidas no para inclinarse a favor de uno u de otro, sino que para buscar soluciones pacíficas a los conflictos políticos o económicos. En el caso de Venezuela, las Naciones Unidas tienen que jugar un papel muy importante en términos de informar sobre la situación de los derechos humanos, sobre la crisis humanitaria y mediar en lo posible para encontrar una solución política.
En este caso de Venezuela las Naciones Unidas tienen que jugar un papel muy importante en términos de informar sobre la situación de los derechos humanos».
-En cuanto a la elaboración del informe sobre la violación de los DD.HH. en Venzuela, ¿debiera pedirle el Secretario General de la ONU a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que se pronuncie?
-Quien se pronuncia normalmente para tomar decisiones es el Secretario general y el Consejo. En este caso se le ha pedido y entiendo que está bastante avanzado y hacen estudios permanentes sobre DD.HH. y temas humanitarios en las Naciones Unidas. Lo que sería conveniente es dar a conocer esos resultados, entiendo que se iban a dar a conocer en marzo o en junio el conjunto de investigaciones que se han venido haciendo. En ese sentido la ex Presidenta Bachelet tiene alta respetabilidad internacional y es por eso que hay una mirada más específica focalizada en ella para que ayude. Pero ella es una funcionaria de una institución mundial y, por lo tanto, está sometida a las decisiones que tome este cuerpo. Por otro lado, también hay que ver qué es más eficiente. El anterior Alto Comisionado de Jordania, un hombre muy valioso que tuvo coraje para hacer declaraciones muy duras pero que no se traducían en acciones que dieran resultado. Uno siempre en política tiene que valorar cuánto de lo que dice se hace o cómo se dice para que sea más eficiente.
-¿En ese caso la ex Presidenta Bachelet debería tomar acciones concretas?
–No me cabe duda que la ex Presidenta Bachelet está tomando todas las acciones que haya que tomar en el marco de su función, no solo porque es una mujer comprometida su vida con los derechos humanos, también por su conocimiento de América Latina y de Venezuela. Durante su gobierno hubo esfuerzos enormes para resolver el tema, durante su gobierno hubo gente asilada en nuestra embajada. Pero lo importante es que esto se tiene que hacer en el marco de una institución de la cual ella forma parte y las decisiones no las toma ella.
-Pero el Alto Comisionado anterior dejó un informe hecho donde se constataban las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. ¿Sería útil que la ex Presidenta se pronunciara pronto con respecto a ese informe?
-Lo ha hecho, ese informe está siendo puesto al día, cuando se fue el anterior Alto Comisionado las cosas se han deteriorado mucho más rápido, hay información nueva, ella misma lo dijo mucho antes y ha reiterado su preocupación por Venezuela. Pero las acciones que ella pueda tener tienen que estar enmarcadas dentro de lo que haga la Asamblea General o lo que decida el Consejo de Seguridad y la tarea que el encomiende el Secretario General.
El anterior Alto Comisionado de Jordania, un hombre muy valioso que tuvo coraje para hacer declaraciones muy duras, pero que no se traducían en acciones que dieran resultado. Uno siempre en política tiene que valorar cuánto de lo que dice se hace o cómo se dice para que sea más eficiente».
-Usted dijo en una carta en La Tercera que “sería útil que el Secretario General Guterres encomiende a la Alta Comisionada para los DD.HH. , Michelle Bachelet, a emitir un informe al día, de la situación de derechos humanos, civiles, políticos, económicos y, en particular, de la crisis humanitaria, la falta de alimentos y medicamentos, para entregar una opinión objetiva a todos los países”…
-Eso lo sigo pensando, es así. Ese estudio, lo que he conversado después, es que está en curso de acción y está programado que se entregaría pronto oralmente una exposición y luego una por escrito al Consejo de Seguridad y a los demás países, yo pienso que si eso se puede adelantar es urgente.
-¿Entonces se debería adelantar ese informe para que los países puedan tomar decisiones?
-Absolutamente, creo que todos los países las tienen, pero obviamente un informe de las Naciones Unidas tiene un peso de seriedad, de objetividad, tiene que ser hecho de una manera que no sea descalificado sino que al contrario, sea un elemento a considerar por cualquier parte y cualquier país para tomar una decisión más sólida, especialmente sobre el tema humanitario. El grave daño que está haciendo Maduro, además del ya hecho, es negarse a la entrada de ayuda humanitaria cuando no hay cómo abastecerse de suficiente alimento y suficientes medicamentos, especialmente la gente más pobre.
El estudio, lo que he conversado después, es que está en curso de acción y está programado que se entregaría pronto oralmente una exposición y luego uno por escrito al Consejo de Seguridad y a los demás países. Pienso que si eso se puede adelantar, es urgente».
-¿En el fondo Guterres debería pronunciarse junto a la Alta Comisionada?
-Por cierto y ojalá esto se llevara al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y que los países que pueden tener otro criterio se den cuenta que aquí hay una crisis humanitaria terrible. Creo que es la más grave crisis después de la I Guerra Mundial, en que se pueda llegar a 1 millón o 10 millones de por ciento de inflación y una caída del 60% del producto, con respecto a 2012, o sea el producto venezolanos va a a ser casi un tercio de lo que era hace ocho o 10 años. Ni Siria tiene creo yo una crisis de esta envergadura, en guerra. Esto tiene que terminar pero no solo por razones políticas, institucionales, tiene que terminar por razones humanas.
-El vocero de la Alta Comisionada, Rupert Colville, dijo que no están las condiciones para visitar Venezuela y que no tiene sentido ir si es que no se puede hacer algo. ¿Qué le parece esa respuesta?
-Rara me parece. Se deduce de sus palabras como que no se puede hacer algo, claro que se puede hacer algo y lo que se puede hacer es mostrar los datos y por eso que es muy importante el informe que se está haciendo y es urgente que esos datos se den a conocer para las discusiones que están teniendo los europeos, el Grupo de Contacto, el Grupo de Lima, el grupo México-Uruguay, en fin. Todas las partes tienen que tener eso presente porque si esto se demora, la situación se va a deteriorar mucho más.
Es esencial que las fuerzas internacionales apoyemos la unidad de la oposición venezolana en torno a una estrategia como la que ha definido Guaidó».
-¿Cree que se podría comenzar la etapa de transición con Nicolás Maduro aún con poder?
–Esto ya es demasiado tarde porque además la lógica en que operan, que es una lógica de aferrarse al poder, se acentúa y se hace más agresiva en la medida que se deteriora más la situación económica y el rechazo de la ciudadanía, entonces ya no es posible, ya no hay confianzas. La salida que yo vería, mirando las experiencias internacionales, es que en el seno del gobierno de Maduro o expresión militar y de algunos sectores disidentes del Partido Socialista Unificado de Venezuela y del chavismo, se produzca un cambio y se designe a un nuevo vicepresidente. Eso se ha visto en otras transiciones de manera que encabece el gobierno una persona nueva que llama a una elección, que llama a la oposición, que propone un programa básico de restauración de derechos políticos y de recuperación económica. Mantener la situación como está, que se alargue indefinidamente apostando al colapso inmediato puede ser, pero si no se da, ¿cuál es el plan B? Por eso es necesario, a mi juicio, tener conversaciones, no solo jugarse por la salida inmediata sino que buscar otras formas también de presión. La clave está en las fuerzas democráticas nacionales y su unidad. Es por eso que es tan esencial que las fuerzas internacionales apoyemos la unidad de la oposición venezolana en torno a una estrategia como la que ha definido Guaidó.
-En la línea del diálogo, José Antonio Viera-Gallo sostuvo que mientras «el gobierno facto no esté derrotado los diálogos van a ser inconducentes»…
-La experiencia de todos los países que han tenidos transiciones es que nadie deja el poder porque le gusta, es porque no dan más y se están fundiendo, pero las fuerzas opositoras contienen una fuerza contundente social, política, nacional e internacional para presionar, pero además dejan una puerta abierta a los que están ahí, no le cierran todas las puertas. Eso es absolutamente central si uno toma las experiencias de países. En el caso nuestro no hubo negociación, pero estuvo impuesto por la Constitución de 1980 y Pinochet siguió por ocho años, son situaciones distintas por eso que la forma como está actuando el gobierno chileno a mí me merece dudas de eficacia.
-¿Por qué?
–Me parece que el gobierno chileno ha dado señales muy confusas, necesita tener unidad interna si quiere ser eficaz y dedicarse a criticar a la Presidenta Bachelet no lo veo que sea útil. Segundo, necesita para tener unidad interna seguir una política de unidad latinoamericana, el gobierno chileno debiera estar buscando entendimiento con Uruguay y México y otros, para que el frente latinoamericano sea uno solo.
Los venezolanos, como sabemos, están muy desconfiados de los diálogos porque la forma en que se hicieron permitieron a Maduro dilatar las cosas y entonces es una palabra que no les gusta para nada».
-Pero el gobierno está en la misma línea que el Grupo de Lima…
-Pero tiene que jugar a una unidad latinoamericana, no lo está haciendo. Lo peor que puede ocurrir es que haya gobiernos de derecha en una posición y otros gobiernos más de izquierda en otra. Toda América Latina tiene que defender la democracia y el gobierno chileno, si quiere tener unidad interna, tiene que jugar un papel de conversación con la Unión Europea y con el resto de los países latinoamericanos. Puede ser difícil, pero es raro pensar que esto colapse simplemente y los militares corran a apoyar a Guaidó.
-¿Cómo ve que el gobierno le haya ofrecido a Venezuela la experiencia de la transición chilena? El ministro de Relaciones Exteriores ya está invitando a personeros de la Concertación.
-La experiencia chilena es conocida, muchos de nosotros hemos expuesto la experiencia chilena en Venezuela, en Chile, a nivel internacional. Pretender a estas alturas que nosotros vamos a ir a dar lecciones a mí me parece ingenuo, pretender que nosotros vamos a ser maestros de una transición que tuvo a Pinochet ocho años también me parece un poco simple. Chile puede, con otros países, generar crecientes espacios de conversación política entre los distintos grupos venezolanos, si es que necesitan un lugar distinto de Venezuela para encontrarse y explorar posiciones. Pero también me parecería raro que gente de la derecha chilena, que estuvo con Pinochet, vaya a darle lecciones a los venezolanos de cómo salir de la dictadura.
-Pero el canciller destacó entre los invitados a participar de este diálogo a personalidades de la Concertación como Soledad Alvear, Alejandro Foxley y Genaro Arriagada.
–Me parecen muy buenos nombres todos, no estoy diciendo que no se haga, sino que se haga lo que hay que hacer y lo que hay que hacer no es ir a dar lecciones. Lo que hay que hacer es ofrecer un espacio de diálogo, de intercambio de experiencias, pero más que nada, un espacio de diálogo en que los distintos sectores de la sociedad venezolana puedan encontrar aproximaciones. Porque la salida de Venezuela no va a ser solo con la oposición, va a ser con sectores del gobierno también, como han sido todas las transiciones. Los venezolanos, como sabemos, están muy desconfiados de los diálogos porque la forma en que se hicieron permitieron a Maduro dilatar las cosas y entonces es una palabra que no les gusta para nada, pero sí entienden que tiene que haber conversaciones para darse a conocer cuál es la estrategia del otro y los puntos en común para que esta situación dramática termine antes.