Sergio Bitar

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Bitar y acuerdo por los 50 años: «Hay que agregarle que el mejor periodo de la historia de Chile fue el de la Concertación»

El ex ministro Sergio Bitar ha jugado un rol clave en las definiciones que ha tomado el PPD en los últimos meses. En entrevista con El Líbero, aborda, entre otros temas, el rol que debe ocupar el partido al interior del gobierno en uno de los momentos más críticos tras el caso Democracia Viva. Sobre los 50 años del golpe, asegura que hay aspecto que no pueden estar en cuestión como «nunca más a la violación de los Derechos Humanos», y también reconoce que «el debate sobre la Unidad Popular va a seguir abierto».

Sergio Bitar, el ex ministro de los gobiernos de Salvador Allende, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, ha jugado un rol clave en las definiciones que ha tomado el PPD en los últimos meses y ha sido uno de los principales promotores de que el partido debe apostar por reconstruir una coalición de centro izquierda.

Hoy, dicen en el partido, es uno los rostros que lidera la búsqueda de un consenso para definir la próxima directiva y sentar las bases de la línea estratégica que seguirá el PPD en adelante.

En entrevista con El Líbero, Bitar aborda, entre otros temas, el rol que debe ocupar el partido al interior del gobierno en uno de los momentos más críticos tras el caso Democracia Viva. «Tenemos que apoyar en lo que estamos de acuerdo, pero mantener autonomía de Apruebo Dignidad», adelanta.

Sobre los 50 años del golpe, el ex ministro asegura que si bien hay aspecto que no pueden estar en cuestión como el «nunca más a la violación de los Derechos Humanos», también reconoce que «el debate sobre la Unidad Popular va a seguir abierto».

¿Qué se juega el PPD en la próxima elección interna de agosto? ¿Cuál es el acuerdo que se está buscando entre las distintas fuerzas del partido?

-Primero, un acuerdo político de futuro de una nueva fuerza socialista democrática, o social demócrata, que encare los desafíos de futuro del progresismo tanto chilenos, como internacional. Una mirada de largo plazo. Y también cómo se hace para tener, y hay un acuerdo en eso, una conducción colectiva sólida con todos los sectores y experiencias. Esa es la discusión.

«Tenemos que apoyar en lo que estamos de acuerdo, pero mantener autonomía de Apruebo Dignidad»

-¿Cuál es la importancia de conseguir un consenso y evitar una competencia interna?

-Cuando en este contexto, en que hay un alto nivel de acuerdo, el ideal es empezar una construcción de un colectivo compacto que represente a todas las distintas visiones en las coincidencias que ya tienen y que son altas. En ese sentido, uno preferiría que hubiera ese acuerdo. Pero bueno, si no lo hay, no lo hay y habrá que competir.

-Hay preocupación en algunos sectores que dicen que aquí se podría definir si el PPD sigue apoyando o no al gobierno ¿Cuál debe ser la posición del PPD frente al gobierno para los dos años que quedan?

-Colaborar con el gobierno en las materias que coincidimos, teniendo en cuenta que hay diferencias con la coalición Apruebo Dignidad.

-¿El apoyo del PPD se va a remitir al gobierno y tomar distancia de Apruebo Dignidad?

-Tenemos que apoyar en todo lo que estamos de acuerdo, pero mantener autonomía frente a la coalición de Apruebo Dignidad. La prioridad para nosotros es apoyar el gobierno para que resulten los cambios importantes que está impulsando. La prioridad no es entrar en negociaciones de coalición con el Frente Amplio, sí de colaboración en el parlamento para sacar los proyectos y fortalecer la capacidad de gobernar, que es débil.

-¿Por qué no una coalición con el FA y el PC?

-Nuestra visión histórica, creo que es también común al PS, es que los grandes cambios sociales en democracia se materializan cuando hay una mayoría electoral, y una mayoría electoral sólo se puede construir a partir de una fuerza progresista, de centro izquierda, que teniendo elementos de izquierda, también es capaz de llegar a sectores de centro. En nuestra experiencia histórica no vemos que una izquierda dura, como sería Apruebo Dignidad con alguien más, dé pie para formar una mayoría electoral. Se requiere de otra composición, otro componente, y esa componente es lo que llamamos un progresismo democrático, un socialismo democrático, que también se abra a otras fuerzas de centro como la propia Democracia Cristiana y otras fuerzas.

«El sueño de la superioridad moral está provocando efectos devastadores en la izquierda»

Usted dice que la capacidad de gobernar es débil, ¿Cuánto le afecta ahora al gobierno y la coalición la crisis que se ha desatado por los traspasos directo a fundaciones?

-Hay aspectos positivos de este gobierno que hay que destacar, porque hay un ambiente negativo que oculta cuestiones que a nosotros nos parecen importantes, como la gestión económica o en seguridad, ha habido un esfuerzo bastante más contundente de lo que venía en el pasado en materia de mejorar a las policías, de tener más atribuciones, de enfrentar el crimen organizado con mucho más firmeza. Hay avances pero también hay un conjunto de debilidades.

-¿Cuáles?

El sueño de la superioridad moral está provocando efectos devastadores en la izquierda, marcada más bien por Apruebo Dignidad, una izquierda más radical, que ha tenido debilidades con el tema. Se ha visto afectada en términos de cohesión, en términos de corrupción, en términos de capacidad de gobernar. Y por lo tanto, hay que mostrar que existe otra cara de la izquierda, la de centro-izquierda. Esa mirada tiene que estar presente. No veo ninguna posibilidad en el futuro pronto, no dentro del periodo de este gobierno, de construir una coalición. Eso no va a existir.

-¿Ha sido débil también la respuesta a la crisis del gobierno? ¿Cree que ha faltado autocrítica o dar señales más claras para hacer valer las responsabilidades?

-Yo veo que no está claro el centro de gobierno. No está claro cómo se toman las decisiones, quién toma las decisiones y cómo se resuelven las contradicciones propias de todos los procesos de gobierno. Veo solidez en algunos ministerios más vinculados al socialismo democrático. Y que ahí tienen un objetivo claro, tiene el respaldo del Presidente. Pero cuando surgen otros conflictos u otras complicidades, como las que hemos visto tantas, entre el indulto y las ‘democracias vivas’, no se observa que exista un centro de gobierno articulado.

-¿Y de quién es esa responsabilidad? ¿Ha faltado liderazgo del Presidente?

-El Presidente es el centro de gobierno, de manera que aquí recae una responsabilidad principal. El Presidente ha estado haciendo un esfuerzo, ha estado redefiniendo líneas estratégicas, pero a veces no es seguido por la gente de su coalición.

-¿La coalición se ha transformado en un obstáculo para el Presidente?

-La experiencia histórica demuestra que se puede trabajar con el Partido Comunista. O sea, una de las ventajas que tiene es que es disciplinado y respeta la palabra. A uno puede no gustarle lo que piensa en una materia u otra. Pero si es que uno negocia bien, si uno negocia bien los acuerdos, generalmente se respetan. Y las cosas se hacen con más orden y disciplina que con la cultura del asambleismo que parece predominar en el Frente Amplio.

-¿Quien manda hoy en la coalición de gobierno?

-Esa coalición se ha desbalanceado en el curso del año y medio de gobierno. El Partido Comunista es mucho más preponderante que antes y el Frente Amplio se ha debilitado. El Partido Comunista ha trabajado con más disciplina. Ha aumentado su votación, ha aumentado su representación.

«El debate sobre la Unidad Popular va a seguir abierto»

En el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe, sin embargo, el PC ha mantenido una posición muy férrea que ha complicado al Presidente, quien incluso debió aceptar la renuncia de Patricio Fernández como coordinador de la conmemoración ¿Es el PC el que esta poniendo la música en este tema?

-No sé quién la está poniendo, pero Patricio Fernández representaba una visión más amplia de los grandes valores que representan los 50 años. Su renuncia tendió a polarizar de nuevo el debate, trasladándolo al año 73 en vez de trasladarlo a los 50 años para preguntarnos lo que hemos aprendido y que nos da un pie común para construir lo que viene.

-Usted fue ministro de Allende ¿Concuerda con que puede haber más de una mirada respecto a la Unidad Popular y las causas que llevaron al golpe?

Hay que entender que nunca hay una sola visión oficial. Siempre hay distintas visiones históricas. Y por lo tanto, el debate sobre la dictadura va a seguir abierto. El debate sobre la Unidad Popular va a seguir abierto. Y nosotros vamos a tener que estar siempre abiertos a la discusión para aprender de la historia. Pero hay ciertos elementos de principio de la convivencia nacional, de la hermandad de los chilenos, que no pueden estar en cuestión. Y eso es nunca más la violación de los derechos humanos. Y segundo, la condena al golpe militar y a la violencia militar, que fue terrible para resolver problemas políticos, y que las causas que puedan discutirse de qué pasó en la UP, jamás pueden justificar un golpe de esa naturaleza.

Y además agregarle otro factor al gran acuerdo: El mejor periodo de la historia de Chile desde 1810, en términos de cambios sociales, económicos, políticos, culturales, reencuentro y unidad nacional, fue el periodo de la Concertación. Eso también es parte del legado de los 50 años.

Hay quienes cuestionan el llamado al gran acuerdo del Presidente por no incluir una condena a la violencia ocurrida el 18 de octubre y que puso en riesgo la democracia ¿debería ser más categórico el gobierno en eso?

-Hay que saber distinguir esa movilización social que además estaba compuesta de personas que aspiraban a cosas muy distintas. No era una sola movilización con un líder, con un programa. No, era la suma de una variedad de aspiraciones por tener un país mejor. Distinta, pero era un hecho. Eso hay que saber distinguirlo de la violencia de la que se aprovechan grupos anarquistas y grupos criminales o simplemente gente irresponsable que entra a robar porque creía que era fácil.

¿Pero no faltó una condena más categórica del FA y parte importante de la izquierda y centro izquierda para condenar esa violencia y no poner en riesgo la democracia?

-Hubo sectores que no la condenaron con la fuerza a tiempo, como hubo otros sectores que condenaron toda la movilización social como violenta. Las dos estaban equivocadas. Entonces hay que sacar lecciones del periodo, hay que analizarlo más. No a la violencia que surge en las movilizaciones sociales, sí a movilizaciones sociales responsables que son parte de la democracia. Lo que no puede haber duda es que esas formas de violencia hay que separarlas, castigarlas, condenarlas y aplastarlas.

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